La principal parte se conserva en Jerusalén en la capilla que los Padres Franciscanos tienen en el Santo Sepulcro; pero se veneran partes muy notables en las principales basílicas de Roma, en la basílica del Escorial en España y en la iglesia de San Marcos de Venecia.
miércoles, 21 de abril de 2010
LA COLUMNA DE LA FLAGELACIÓN de Victor Villalba
La principal parte se conserva en Jerusalén en la capilla que los Padres Franciscanos tienen en el Santo Sepulcro; pero se veneran partes muy notables en las principales basílicas de Roma, en la basílica del Escorial en España y en la iglesia de San Marcos de Venecia.
martes, 20 de abril de 2010
Clavo de la Cruz Alba Sañudo Ortega y Nieves Montes De Oca Macías

CLAVO DE LA CRUZ
Un clavo que datan de la época de la crucifixión de Cristo ha sido encontrado en un fuerte remoto que se cree fue un bastión de los Caballeros Templarios.
Encontraron el clavo de la cruz de Cristo el pasado verano en una caja decorada en un fuerte en la pequeña isla de Ilheu de Pontinha, frente a la costa de Madeira.
Se piensa que Pontinha fue mantenida por los Caballeros Templarios, la orden religiosa que fue parte de las fuerzas cristianas que ocuparon Jerusalén durante las Cruzadas en el siglo 12.
Los caballeros fueron parte de la trama de la novela de Dan Brown, El Código Da Vinci.
Bryn Walters, un arqueólogo, dijo que la condición notable del clavo de hierro sugiere que había sido guardado con extremo cuidado, como si fuera una reliquia.
“Data de los siglos primero a segundo”, dijo al Daily Mirror.
Aunque uno esperaría que su superficie estuviera “picada y oxidada”, dijo en este clavo la superficie es lisa.
Esto sugiere que muchas personas lo habrían manejado durante siglos, con la grasa de sus manos le dieron un “acabado peculiar”.
Christopher Macklin de los Caballeros Templarios de Britannia dijo que el descubrimiento fue “trascendental”.
Dijo que los Caballeros Templarios originales pueden haber pensado que era uno de los clavos utilizados en la crucifixión de Cristo.
El clavo fue encontrado junto con tres esqueletos y tres espadas. Una de las espadas tenía inscrita la cruz templaria.
lunes, 19 de abril de 2010
ESPINAS DE LA CORONA DE CRISTO, de Berta Morales y Lucía Ramos
Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de Él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblado la rodilla delante de Él, le hacían burla diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!». Así recoge el evangelio de San Mateo el episodio del prendimiento y humillación de Jesús de Nazaret. Cuenta la tradición que esa corona de espinas que estuvo en contacto con el hijo de Dios, permaneció en los primeros siglos en la Basílica del Monte Sion, en Jerusalén. En 1053, dichas reliquias, fueron transportadas a la capilla imperial de Bizancio. En 1238, Balduino de Courtenay, un emperador latino que entonces gobernaba la ciudad y pasaba por dificultades económicas, decidió enviar una serie de reliquias que le habían sido traídas de tierra santa, entre las que figuraba la corona de espinas, a los bancos de Venecia, depositándolas como garantía de créditos que le fueron concedidos. Luís IX, rey de Francia, al enterarse del hecho, cubrió inmediatamente los créditos del emperador de Bizancio, adquiriendo las reliquias con el objetivo de llevarlas a su país. Ya en su Francia natal, mandó edificar en Paris, para cobijo del santo vestigio (la corona de espinas), la Sainte Chapelle, obra maestra de la arquitectura gótica.
A partir de este momento y de ser cierta esa tradición, esas espinas de la corona comienzan a repartirse para advocación en distintos lugares.
Solamente en España tenemos registradas alrededor de 60 espinas de la corona de Cristo y en nuestra región poseemos tal preciada reliquia en los municipios vallisoletanos de Barcial de la Loma, la Santa Espina y Villagarcía de Campos. También podemos encontrar ejemplares en la capital leonesa y en las localidades sorianas de Ágreda y Burgo de Osma. Les invito pues, a realizar un recorrido apasionante por nuestra región en busca de estas reliquias, donde veremos las leyendas y tradiciones que las envuelven, y las posibilidades que existen de su posible autenticidad.
Quizás la reliquia más afamada sea la Santa Espina que se alberga en el monasterio del mismo nombre. En cuanto a su llegada a estos lares se barajan varias hipótesis. La primera de ellas se atribuye al viaje que Doña Sancha (1095-1159), hermana de AlfonsoVII el Emperador, e hija de la reina Doña Urraca, realizó a tierra santa, lugar este del que dicen que se trajo un fragmento de la cruz de Cristo (lignum crucis) y un dedo de San Pedro. Parece no factible ya que es extraño que no se mencione la reliquia de la espina y además los historiadores aseguran que la peregrinación de una dama de la realeza, es poco verosímil en sí misma y, de haberse realizado, hubiera dejado testimonios más consistentes. Otra tesis hace referencia a otro viaje de Doña Sancha a París. Es en esa ciudad donde, supuestamente, se produce el encuentro con el rey Luís IX, el santo. Enterada esta de que el rey es poseedor de la Santa Corona, pide favor de otorgarle una de las espinas que conformaban dicha corona. Así se recoge, en un libro de 1607, conocido con el nombre del Tumbo (especie de diario de a bordo de la congregación donde se anotan los hechos mas importantes de la comunidad y al cual se le da valor oficial) y que se encuentra a buen recaudo en el propio monasterio de la Santa Espina. Pero al revisar la cronología nos daremos cuenta que eso es imposible, pues cuando la reliquia llega a manos de San Luís (1238), Doña Sancha llevaba muerta ya 79 años.
A partir de este momento y de ser cierta esa tradición, esas espinas de la corona comienzan a repartirse para advocación en distintos lugares.
Solamente en España tenemos registradas alrededor de 60 espinas de la corona de Cristo y en nuestra región poseemos tal preciada reliquia en los municipios vallisoletanos de Barcial de la Loma, la Santa Espina y Villagarcía de Campos. También podemos encontrar ejemplares en la capital leonesa y en las localidades sorianas de Ágreda y Burgo de Osma. Les invito pues, a realizar un recorrido apasionante por nuestra región en busca de estas reliquias, donde veremos las leyendas y tradiciones que las envuelven, y las posibilidades que existen de su posible autenticidad.
Quizás la reliquia más afamada sea la Santa Espina que se alberga en el monasterio del mismo nombre. En cuanto a su llegada a estos lares se barajan varias hipótesis. La primera de ellas se atribuye al viaje que Doña Sancha (1095-1159), hermana de AlfonsoVII el Emperador, e hija de la reina Doña Urraca, realizó a tierra santa, lugar este del que dicen que se trajo un fragmento de la cruz de Cristo (lignum crucis) y un dedo de San Pedro. Parece no factible ya que es extraño que no se mencione la reliquia de la espina y además los historiadores aseguran que la peregrinación de una dama de la realeza, es poco verosímil en sí misma y, de haberse realizado, hubiera dejado testimonios más consistentes. Otra tesis hace referencia a otro viaje de Doña Sancha a París. Es en esa ciudad donde, supuestamente, se produce el encuentro con el rey Luís IX, el santo. Enterada esta de que el rey es poseedor de la Santa Corona, pide favor de otorgarle una de las espinas que conformaban dicha corona. Así se recoge, en un libro de 1607, conocido con el nombre del Tumbo (especie de diario de a bordo de la congregación donde se anotan los hechos mas importantes de la comunidad y al cual se le da valor oficial) y que se encuentra a buen recaudo en el propio monasterio de la Santa Espina. Pero al revisar la cronología nos daremos cuenta que eso es imposible, pues cuando la reliquia llega a manos de San Luís (1238), Doña Sancha llevaba muerta ya 79 años.
SANTO GRIAL de Mario Toro y Fernando Montero
Grial
El Santo Grial es el plato, patena o copa usado por Jesucristo en la Última Cena, del cual se dice que posee poderes milagrosos. La relación entre el Grial, el Cáliz y José de Arimatea procede de la obra de Robert de Boron Joseph d'Arimathie, publicada en el siglo XII. Según este relato, Jesús, ya resucitado, se aparece a José para entregarle el Grial y ordenarle que lo lleve a la isla de Britania. Siguiendo esta tradición, autores posteriores cuentan que el mismo José usó el cáliz para recoger la sangre de Cristo y que, más tarde en Britania, estableció una dinastía de guardianes para mantenerlo a salvo y escondido. La búsqueda del Santo Grial es un importante elemento en las historias relacionadas con el Rey Arturo (el Ciclo Arturiano o Materia de Bretaña) donde se combinan la tradición cristiana con antiguos mitos celtas referidos a un caldero divino.
Otras leyendas acerca del Grial se entrecruzan con las relativas a las distintas copas antiguas que se consideran el Santo Cáliz
Etimología
La palabra grial –pronunciada «graal» en inglés medio– parece ser una adaptación francesa del término latino «gradalis» que implica la idea de un plato que es llevado a la mesa en diferentes momentos («gradus») de una comida. Al respecto dice Helinand de Froidmont (What is a Grail?) en su Chronicon (siglo XIII): «... un plato ancho y algo profundo en que habitualmente se colocan las carnes caras para el rico... normalmente se denomina grial». En algunos textos de la Baja Edad Media aparece trascripto como «San Gréal»[cita requerida], lo que dio lugar a interpretaciones que lo hacían derivar de una supuesta forma «Sang Réal», es decir, «sangre real». Esta teoría se desarrolla en profundidad en el libro de Michael Baigent y Richard Leigh: El enigma sagrado (Holy Blood, Holy Grail, en inglés) que fue utilizado por Dan Brown para su novela El Código Da Vinci.
Historia
Chrétien de Troyes
El primer autor en mencionar al Grial es, entre 1181 y 1191, el poeta Chrétien de Troyes en su narración Perceval –también llamada Le Conte du Graal-. La obra, presentada como tomada de un libro antiguo, habla de la visita de Perceval –quien aspira a ser caballero del Rey Arturo– al castillo del Rey Pescador, en el cual le es mostrado un grial. Dentro del mismo hay una especie de oblea que, milagrosamente, alimenta al herido padre del Rey. Perceval no pregunta por el significado de este objeto, lo cual le es reprochado más tarde.
Aunque posee un claro simbolismo cristiano, Chrétien no explica en qué consiste el grial, y la obra se interrumpe bruscamente. El autor no lo denomina «santo», ni lo designa como «el grial», sino simplemente como «un grial» y considera más importante su contenido –alude a la hostia consagrada del catolicismo– que el recipiente.
Robert de Boron
La obra de Chrétien de Troyes marcaría el comienzo de la leyenda, pero serían Robert de Boron y Wolfram von Eschenbach quienes la desarrollarían de la manera que la conoció la Europa medieval. Robert de Boron, en Joseph d'Arimathie y Estoire del San Graal, es el responsable en transformar al «grial» de Chrétien en «El Santo Grial». Este autor inglés espiritualiza el simple plato mencionado por el francés y lo convierte en la copa de la Última Cena, la misma que, según sostenían las leyendas, José de Arimatea usó después para recoger la sangre de las heridas durante la crucifixión de Cristo. De Boron es también el primero en afirmar que José y su familia llevaron el Grial a partes no especificadas de Britania. Desde entonces existiría en la isla una dinastía de guardianes del Grial a la cual finalmente se uniría Perceval.
Las leyendas del Grial
A partir de este momento, los textos se concentran en dos historias diferentes. Por un lado, las relacionadas con la búsqueda del Santo Grial, emprendidas por los caballeros del Rey Arturo, y, por el otro, las que relatan la propia historia del Grial desde los tiempos de José de Arimatea.
Entre las primeras se pueden citar:
Parzival, obra del caballero y poeta alemán Wolfram von Eschenbach, en la cual el concepto de De Boron sobre la santidad del Grial es unido al relato de Chrétien de Troyes.
Las cuatro continuaciones de la obra inconclusa de Chrétien de Troyes. Escritas por diferentes autores en los cincuenta años posteriores a la historia original, siguen el relato hasta la muerte de Perceval, ahora guardián del Grial, quien finalmente lo lleva consigo al Cielo.
El llamado Percival de Didot (nombre del propietario del manuscrito) que es probablemente una versión en prosa de la Estorie de Robert Boron.
El poema galés Peredur, generalmente incluido en los Mabinogion, inspirado en la obra de Chrétien pero que incorpora elementos de tradiciones pre-cristianas, como el culto céltico de la Cabeza.
El Perlesvaus, o Li Hauz Livres du Graal, considerado el que más se aparta de las tradiciones arturianas dando versiones diferentes a las aceptadas sobre los personajes de la historia.
El Diu Crône (La Corona), poema alemán de Heinrich von dem Türlin, en el cual es Gawain, antes que Perceval, quien obtiene el Grial.
El Perceval de Chrétien
Esta obra francesa inacabada dejó paso a numerosas terminaciones en muchos casos inconsistentes entre ellas. Los elementos de esta novela en relación con la leyenda son, de una parte, la caracterización de Perceval como caballero que se ve involucrado sin saberlo en la demanda del grial y el «castillo del grial» custodiado por caballeros que sirven al «rey del grial» o «rey pescador».
El Pársifal de Eschenbach
Este libro refleja la tradición alemana que luego inspiraría la ópera de Richard Wagner. La historia presenta grandes paralelismos con la tradición francesa, aunque tiene elementos específicos de la misma.
Ciclo de la Vulgata
Esta fuente, fuertemente influida por los escritos de Bernardo de Claraval, presenta la «demanda del Santo Grial» imbricada dentro del universo artúrico, enriqueciendo la tradición con otros elementos como una descripción del origen y significado del Grial. Según esta fuente, el cáliz habría pertenecido al servicio de mesa de José de Arimatea, un rico comerciante judío, que según la tradición organizó la Última Cena.
José de Arimatea habría solicitado a Poncio Pilatos que se le entregara el cuerpo de Jesús (a quien hizo enterrar en una tumba de su propiedad) y la lanza con que fue herido (que quedó en su poder, junto con la copa).
Como José era un rico comerciante, en un viaje de negocios habría llegado hasta Albión (isla que se identifica con Gran Bretaña). Allí se quedó a vivir y levantó la capilla de Glastonbury.
Al morir José de Arimatea se dice que se fundó la Orden del Grial para custodiar las reliquias. En la época del rey Arturo, el guardián de las reliquias era Sir Pelles. Sir Balin el Salvaje quiso robar las reliquias a Pelles y se batieron en un duelo, pero al perder su espada Sir Balin tomó la lanza sagrada e hirió a Pelles, e inmediatamente el castillo se derrumbó debido a la profanación de la reliquia.
Las reliquias desaparecieron de la Tierra hasta que un caballero puro de corazón las encontrara. Ese fue Galahad, quien al morir se las llevó al Cielo.
Variante neopagana de la leyenda
Algunos estudiosos vinculados al esoterismo, como Malcolm Godwin, quieren identificar la pérdida del Grial con hechos reales acaecidos a finales del Neolítico, cuando supuestamente existían en Europa diversas tribus matriarcales asentadas y pacíficas, cuya forma de vida se vio violentamente alterada por oleadas de tribus guerreras y violentas provenientes de Asia. Estos sucesos, que no cuentan son testimonios históricos o arqueológicos, habrían quedado en una posible memoria colectiva y adquirido una dimensión simbólica en la mitología celta hasta que, finalmente, fueron cristianizados por autores como Chrétien de Troyes, Wolfram von Eschenbach y otros. En esta interpretación, el Grial evocaría lo femenino (como símbolo del seno materno y de la vulva) y la Madre Tierra.
El Cáliz de la Catedral de Valencia
En el museo de la catedral de Valencia se conserva el cáliz que la tradición aragonesa identifica con el Santo Grial, y que consta de una copa de calcedonia (piedra semipreciosa) de 7 cm de altura y 9,5 de diámetro, que sería la copa original de la Santa Cena, y un pie con asas añadido posteriormente. El arqueólogo Antonio Beltrán ha fechado la copa superior en torno al cambio de era (siglo I), labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, por lo que pudo estar en la mesa de la Santa Cena. Incluso dos Papas (Juan Pablo II y Benedicto XVI), en viajes que hicieron a Valencia, usaron este cáliz al celebrar sus Misas multitudinarias. Esto se considera un apoyo de la Iglesia a favor de la autenticidad de esta reliquia, aunque jamás ha sido formulado un comentario oficial.
Otros Posibles Griales
Además del de Valencia, otros cálices han sido, en diversos momentos, propuestos por algunos como candidatos a ser el auténtico Cáliz de la Última Cena:
El Cáliz de Antioquía de la Colección Cloisters del Metropolitan Museum de Nueva York, descubierto en Siria a principios del siglo XX. Investigaciones recientes sostienen, sin embargo, que la copa de Antioquía sería una falsificación contemporánea a su hallazgo[nota 1] .
El Sacro Catino de Génova, que fue llevado tras la Primera Cruzada a Italia. Es un plato hexagonal verde que se creía de esmeralda, aunque es un cristal verde egipcio. Los genoveses, en realidad, nunca han sostenido que se trate del Santo Grial, sino de una pieza de la vajilla usada durante la Santa Cena.
Vaso de Nanteos encontrado en Glastonbury, al norte de Gales, que, según algunos, podría ser el que dio origen a la leyenda artúrica, pero no el Cáliz de la Cena del Señor, porque es de madera, y las normas judías prohibían el uso de materiales porosos para los cálices rituales.
El Cáliz de Ardagh encontrado en Irlanda; se halla en el museo nacional de Dublín. Se trata de una pieza de orfebrería irlandesa fechada en el siglo VIII.
La Copa de Hawstone Park, propiedad de Victoria Palmer. La reivindicación de esta pieza ha sido hecha por Graham Phillips, quien sostiene que la pieza fue llevada a Inglaterra tras ser saqueada Roma por los visigodos. La copa no mide más de seis centímetros, está hecha de una piedra semipreciosa -onice verde- y, según los arqueólogos es muy posible que date de la época romana.
La Copa de Hierro: Aparece en las portadas del libro italiano: "La Leyenda del Santo Grial" de Gabriella Agrati e Maria Letizia Magini, donde se atribuye que esta pieza es el autentico Grial, sin que exista alguna otra prueba conocida de lo mismo.
El Santo Jarrón: En 1199, un peregrino Rusia llamado Antonius (Antoine), que más tarde se convirtió en el Arzobispo de Provincia de Novgorod, recorría los santuarios del Imperio bizantino realizando un catálogo de las principales reliquias, en encontradas. En un manuscrito (que no se publicó hasta 1872), afirma que durante su visita a Santa Sofía había notado un pequeño florero de Mármol apariencia, que se decía que había sido utilizado por Jesucristo el Jueves Santo cuando se celebró la última Cena.[cita requerida]
Achatschale: El Cuenco de Agata que se encuentra en el tesoro de los Habsburgo en Viena junto con la Lanza de Longinos. Ver Joyas de la Corona Austriaca.
Copa de Santa Isabel: Copa que perteneció a Santa Isabel de Hungría, y que tras la muerte de la santa se le atribuyeron milagros de curaciones. El padre de Isabel de Hungría fue mecenas de Wolfram von Eschenbach que es posible contara las historias del Grial a Santa Isabel.
Otros significados del Grial
El grial es parte de la mitología cristiana medieval, es decir, que carece de referencias específicas en los textos bíblicos. Diversos elementos han entrado en la formación del mito, entre ellos las leyendas monacales con su contenido alegórico y las referencias precristianas, a recipientes mágicos, como el cuerno de la abundancia o los calderos de la tradición céltica.
Autores posteriores identifican al Grial con la piedra filosofal de los alquimistas, las supuestas reliquias halladas por los Templarios o una alusión velada a la descendencia de Jesús. En su mayor parte, estos investigadores se vinculan a teorías conspirativas elaboradas con escasa rigurosidad histórica.
Peter Redgrove y Penélope Shuttle ven en la imaginería del Grial un símbolo de la matriz femenina y del ciclo menstrual.
La leyenda del Grial ha fascinado a numerosos personajes históricos. El medievalista alemán Otto Rahn fue el más conocido de ellos por su vinculación con el régimen nazi. En efecto, tras haber escrito un libro sobre el tema: Kreuzzug gegen den Gral (Cruzada contra el Grial. Tragedia del catarismo) donde vinculaba al Grial con el movimiento cátaro, Rahn llamó la atención de Heinrich Himmler, jefe de la Sociedad Ahnenerbe, quien lo hizo ingresar a las SS. Disgustado con esta organización, Rahn renunció y posteriormente fue encontrado muerto (oficialmente se la calificó como suicidio). Este episodio ha dado pie a la creencia en una búsqueda secreta del Grial por la jerarquía nazi, siempre vinculada a temas ocultos.
Literatura, cine y música
La leyenda del Santo Grial ha sido fuente de inspiración de obras literarias, óperas e incluso películas:
El Cuento del Grial de Chrétien de Troyes
La muerte de Arturo de Thomas Malory
La ópera Parsifal, de Richard Wagner;
Los Caballeros del rey Arturo (película de Richard Thorpe)
Excalibur (película de John Boorman);
Indiana Jones y la última cruzada (con Harrison Ford);
El código Da Vinci, de Dan Brown;
El código Da Vinci (película);
El péndulo de Foucault, de Umberto Eco;
El Cáliz de Plata novela de Thomas B. Costain
El código de los Templarios, de Florian Baxmeyer;
Fate/stay night, novela visual producida por Type-Moon;
Los hijos del Grial (pentalogía de Peter Berling);
Los Grutynos (historieta de Beto Noy, Ramón Gil y José Massaroli);
El Santo Grial, canción del grupo de rock español Mägo de Oz;
Monty Python and the Holy Grail, comedia realizada por el grupo humorístico Monty Python;
El Libro El Círculo Mágico de Katherine Neville;
Mandalaband: AD - Sangreal, álbum de la banda inglesa del historiador David Rohl;
Glasgow, El sueño continúa, de Jaime Sabater;
El videojuego para PC Gabriel Knight 3: Blood of the Sacred, Blood of the Damned, producido por Sierra On-Line.
El videojuego para PC Broken Sword: La leyenda de los templarios, publicado por Virgin Interactive y Revolution Software.
Sergio Lechuga Quijada (2009). Calix. Planeta.
http://www.tu.tv/videos/enigmas-de-la-historia-el-santo-grial
El Santo Grial es el plato, patena o copa usado por Jesucristo en la Última Cena, del cual se dice que posee poderes milagrosos. La relación entre el Grial, el Cáliz y José de Arimatea procede de la obra de Robert de Boron Joseph d'Arimathie, publicada en el siglo XII. Según este relato, Jesús, ya resucitado, se aparece a José para entregarle el Grial y ordenarle que lo lleve a la isla de Britania. Siguiendo esta tradición, autores posteriores cuentan que el mismo José usó el cáliz para recoger la sangre de Cristo y que, más tarde en Britania, estableció una dinastía de guardianes para mantenerlo a salvo y escondido. La búsqueda del Santo Grial es un importante elemento en las historias relacionadas con el Rey Arturo (el Ciclo Arturiano o Materia de Bretaña) donde se combinan la tradición cristiana con antiguos mitos celtas referidos a un caldero divino.
Otras leyendas acerca del Grial se entrecruzan con las relativas a las distintas copas antiguas que se consideran el Santo Cáliz
Etimología
La palabra grial –pronunciada «graal» en inglés medio– parece ser una adaptación francesa del término latino «gradalis» que implica la idea de un plato que es llevado a la mesa en diferentes momentos («gradus») de una comida. Al respecto dice Helinand de Froidmont (What is a Grail?) en su Chronicon (siglo XIII): «... un plato ancho y algo profundo en que habitualmente se colocan las carnes caras para el rico... normalmente se denomina grial». En algunos textos de la Baja Edad Media aparece trascripto como «San Gréal»[cita requerida], lo que dio lugar a interpretaciones que lo hacían derivar de una supuesta forma «Sang Réal», es decir, «sangre real». Esta teoría se desarrolla en profundidad en el libro de Michael Baigent y Richard Leigh: El enigma sagrado (Holy Blood, Holy Grail, en inglés) que fue utilizado por Dan Brown para su novela El Código Da Vinci.
Historia
Chrétien de Troyes
El primer autor en mencionar al Grial es, entre 1181 y 1191, el poeta Chrétien de Troyes en su narración Perceval –también llamada Le Conte du Graal-. La obra, presentada como tomada de un libro antiguo, habla de la visita de Perceval –quien aspira a ser caballero del Rey Arturo– al castillo del Rey Pescador, en el cual le es mostrado un grial. Dentro del mismo hay una especie de oblea que, milagrosamente, alimenta al herido padre del Rey. Perceval no pregunta por el significado de este objeto, lo cual le es reprochado más tarde.
Aunque posee un claro simbolismo cristiano, Chrétien no explica en qué consiste el grial, y la obra se interrumpe bruscamente. El autor no lo denomina «santo», ni lo designa como «el grial», sino simplemente como «un grial» y considera más importante su contenido –alude a la hostia consagrada del catolicismo– que el recipiente.
Robert de Boron
La obra de Chrétien de Troyes marcaría el comienzo de la leyenda, pero serían Robert de Boron y Wolfram von Eschenbach quienes la desarrollarían de la manera que la conoció la Europa medieval. Robert de Boron, en Joseph d'Arimathie y Estoire del San Graal, es el responsable en transformar al «grial» de Chrétien en «El Santo Grial». Este autor inglés espiritualiza el simple plato mencionado por el francés y lo convierte en la copa de la Última Cena, la misma que, según sostenían las leyendas, José de Arimatea usó después para recoger la sangre de las heridas durante la crucifixión de Cristo. De Boron es también el primero en afirmar que José y su familia llevaron el Grial a partes no especificadas de Britania. Desde entonces existiría en la isla una dinastía de guardianes del Grial a la cual finalmente se uniría Perceval.
Las leyendas del Grial
A partir de este momento, los textos se concentran en dos historias diferentes. Por un lado, las relacionadas con la búsqueda del Santo Grial, emprendidas por los caballeros del Rey Arturo, y, por el otro, las que relatan la propia historia del Grial desde los tiempos de José de Arimatea.
Entre las primeras se pueden citar:
Parzival, obra del caballero y poeta alemán Wolfram von Eschenbach, en la cual el concepto de De Boron sobre la santidad del Grial es unido al relato de Chrétien de Troyes.
Las cuatro continuaciones de la obra inconclusa de Chrétien de Troyes. Escritas por diferentes autores en los cincuenta años posteriores a la historia original, siguen el relato hasta la muerte de Perceval, ahora guardián del Grial, quien finalmente lo lleva consigo al Cielo.
El llamado Percival de Didot (nombre del propietario del manuscrito) que es probablemente una versión en prosa de la Estorie de Robert Boron.
El poema galés Peredur, generalmente incluido en los Mabinogion, inspirado en la obra de Chrétien pero que incorpora elementos de tradiciones pre-cristianas, como el culto céltico de la Cabeza.
El Perlesvaus, o Li Hauz Livres du Graal, considerado el que más se aparta de las tradiciones arturianas dando versiones diferentes a las aceptadas sobre los personajes de la historia.
El Diu Crône (La Corona), poema alemán de Heinrich von dem Türlin, en el cual es Gawain, antes que Perceval, quien obtiene el Grial.
El Perceval de Chrétien
Esta obra francesa inacabada dejó paso a numerosas terminaciones en muchos casos inconsistentes entre ellas. Los elementos de esta novela en relación con la leyenda son, de una parte, la caracterización de Perceval como caballero que se ve involucrado sin saberlo en la demanda del grial y el «castillo del grial» custodiado por caballeros que sirven al «rey del grial» o «rey pescador».
El Pársifal de Eschenbach
Este libro refleja la tradición alemana que luego inspiraría la ópera de Richard Wagner. La historia presenta grandes paralelismos con la tradición francesa, aunque tiene elementos específicos de la misma.
Ciclo de la Vulgata
Esta fuente, fuertemente influida por los escritos de Bernardo de Claraval, presenta la «demanda del Santo Grial» imbricada dentro del universo artúrico, enriqueciendo la tradición con otros elementos como una descripción del origen y significado del Grial. Según esta fuente, el cáliz habría pertenecido al servicio de mesa de José de Arimatea, un rico comerciante judío, que según la tradición organizó la Última Cena.
José de Arimatea habría solicitado a Poncio Pilatos que se le entregara el cuerpo de Jesús (a quien hizo enterrar en una tumba de su propiedad) y la lanza con que fue herido (que quedó en su poder, junto con la copa).
Como José era un rico comerciante, en un viaje de negocios habría llegado hasta Albión (isla que se identifica con Gran Bretaña). Allí se quedó a vivir y levantó la capilla de Glastonbury.
Al morir José de Arimatea se dice que se fundó la Orden del Grial para custodiar las reliquias. En la época del rey Arturo, el guardián de las reliquias era Sir Pelles. Sir Balin el Salvaje quiso robar las reliquias a Pelles y se batieron en un duelo, pero al perder su espada Sir Balin tomó la lanza sagrada e hirió a Pelles, e inmediatamente el castillo se derrumbó debido a la profanación de la reliquia.
Las reliquias desaparecieron de la Tierra hasta que un caballero puro de corazón las encontrara. Ese fue Galahad, quien al morir se las llevó al Cielo.
Variante neopagana de la leyenda
Algunos estudiosos vinculados al esoterismo, como Malcolm Godwin, quieren identificar la pérdida del Grial con hechos reales acaecidos a finales del Neolítico, cuando supuestamente existían en Europa diversas tribus matriarcales asentadas y pacíficas, cuya forma de vida se vio violentamente alterada por oleadas de tribus guerreras y violentas provenientes de Asia. Estos sucesos, que no cuentan son testimonios históricos o arqueológicos, habrían quedado en una posible memoria colectiva y adquirido una dimensión simbólica en la mitología celta hasta que, finalmente, fueron cristianizados por autores como Chrétien de Troyes, Wolfram von Eschenbach y otros. En esta interpretación, el Grial evocaría lo femenino (como símbolo del seno materno y de la vulva) y la Madre Tierra.
El Cáliz de la Catedral de Valencia
En el museo de la catedral de Valencia se conserva el cáliz que la tradición aragonesa identifica con el Santo Grial, y que consta de una copa de calcedonia (piedra semipreciosa) de 7 cm de altura y 9,5 de diámetro, que sería la copa original de la Santa Cena, y un pie con asas añadido posteriormente. El arqueólogo Antonio Beltrán ha fechado la copa superior en torno al cambio de era (siglo I), labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, por lo que pudo estar en la mesa de la Santa Cena. Incluso dos Papas (Juan Pablo II y Benedicto XVI), en viajes que hicieron a Valencia, usaron este cáliz al celebrar sus Misas multitudinarias. Esto se considera un apoyo de la Iglesia a favor de la autenticidad de esta reliquia, aunque jamás ha sido formulado un comentario oficial.
Otros Posibles Griales
Además del de Valencia, otros cálices han sido, en diversos momentos, propuestos por algunos como candidatos a ser el auténtico Cáliz de la Última Cena:
El Cáliz de Antioquía de la Colección Cloisters del Metropolitan Museum de Nueva York, descubierto en Siria a principios del siglo XX. Investigaciones recientes sostienen, sin embargo, que la copa de Antioquía sería una falsificación contemporánea a su hallazgo[nota 1] .
El Sacro Catino de Génova, que fue llevado tras la Primera Cruzada a Italia. Es un plato hexagonal verde que se creía de esmeralda, aunque es un cristal verde egipcio. Los genoveses, en realidad, nunca han sostenido que se trate del Santo Grial, sino de una pieza de la vajilla usada durante la Santa Cena.
Vaso de Nanteos encontrado en Glastonbury, al norte de Gales, que, según algunos, podría ser el que dio origen a la leyenda artúrica, pero no el Cáliz de la Cena del Señor, porque es de madera, y las normas judías prohibían el uso de materiales porosos para los cálices rituales.
El Cáliz de Ardagh encontrado en Irlanda; se halla en el museo nacional de Dublín. Se trata de una pieza de orfebrería irlandesa fechada en el siglo VIII.
La Copa de Hawstone Park, propiedad de Victoria Palmer. La reivindicación de esta pieza ha sido hecha por Graham Phillips, quien sostiene que la pieza fue llevada a Inglaterra tras ser saqueada Roma por los visigodos. La copa no mide más de seis centímetros, está hecha de una piedra semipreciosa -onice verde- y, según los arqueólogos es muy posible que date de la época romana.
La Copa de Hierro: Aparece en las portadas del libro italiano: "La Leyenda del Santo Grial" de Gabriella Agrati e Maria Letizia Magini, donde se atribuye que esta pieza es el autentico Grial, sin que exista alguna otra prueba conocida de lo mismo.
El Santo Jarrón: En 1199, un peregrino Rusia llamado Antonius (Antoine), que más tarde se convirtió en el Arzobispo de Provincia de Novgorod, recorría los santuarios del Imperio bizantino realizando un catálogo de las principales reliquias, en encontradas. En un manuscrito (que no se publicó hasta 1872), afirma que durante su visita a Santa Sofía había notado un pequeño florero de Mármol apariencia, que se decía que había sido utilizado por Jesucristo el Jueves Santo cuando se celebró la última Cena.[cita requerida]
Achatschale: El Cuenco de Agata que se encuentra en el tesoro de los Habsburgo en Viena junto con la Lanza de Longinos. Ver Joyas de la Corona Austriaca.
Copa de Santa Isabel: Copa que perteneció a Santa Isabel de Hungría, y que tras la muerte de la santa se le atribuyeron milagros de curaciones. El padre de Isabel de Hungría fue mecenas de Wolfram von Eschenbach que es posible contara las historias del Grial a Santa Isabel.
Otros significados del Grial
El grial es parte de la mitología cristiana medieval, es decir, que carece de referencias específicas en los textos bíblicos. Diversos elementos han entrado en la formación del mito, entre ellos las leyendas monacales con su contenido alegórico y las referencias precristianas, a recipientes mágicos, como el cuerno de la abundancia o los calderos de la tradición céltica.
Autores posteriores identifican al Grial con la piedra filosofal de los alquimistas, las supuestas reliquias halladas por los Templarios o una alusión velada a la descendencia de Jesús. En su mayor parte, estos investigadores se vinculan a teorías conspirativas elaboradas con escasa rigurosidad histórica.
Peter Redgrove y Penélope Shuttle ven en la imaginería del Grial un símbolo de la matriz femenina y del ciclo menstrual.
La leyenda del Grial ha fascinado a numerosos personajes históricos. El medievalista alemán Otto Rahn fue el más conocido de ellos por su vinculación con el régimen nazi. En efecto, tras haber escrito un libro sobre el tema: Kreuzzug gegen den Gral (Cruzada contra el Grial. Tragedia del catarismo) donde vinculaba al Grial con el movimiento cátaro, Rahn llamó la atención de Heinrich Himmler, jefe de la Sociedad Ahnenerbe, quien lo hizo ingresar a las SS. Disgustado con esta organización, Rahn renunció y posteriormente fue encontrado muerto (oficialmente se la calificó como suicidio). Este episodio ha dado pie a la creencia en una búsqueda secreta del Grial por la jerarquía nazi, siempre vinculada a temas ocultos.
Literatura, cine y música
La leyenda del Santo Grial ha sido fuente de inspiración de obras literarias, óperas e incluso películas:
El Cuento del Grial de Chrétien de Troyes
La muerte de Arturo de Thomas Malory
La ópera Parsifal, de Richard Wagner;
Los Caballeros del rey Arturo (película de Richard Thorpe)
Excalibur (película de John Boorman);
Indiana Jones y la última cruzada (con Harrison Ford);
El código Da Vinci, de Dan Brown;
El código Da Vinci (película);
El péndulo de Foucault, de Umberto Eco;
El Cáliz de Plata novela de Thomas B. Costain
El código de los Templarios, de Florian Baxmeyer;
Fate/stay night, novela visual producida por Type-Moon;
Los hijos del Grial (pentalogía de Peter Berling);
Los Grutynos (historieta de Beto Noy, Ramón Gil y José Massaroli);
El Santo Grial, canción del grupo de rock español Mägo de Oz;
Monty Python and the Holy Grail, comedia realizada por el grupo humorístico Monty Python;
El Libro El Círculo Mágico de Katherine Neville;
Mandalaband: AD - Sangreal, álbum de la banda inglesa del historiador David Rohl;
Glasgow, El sueño continúa, de Jaime Sabater;
El videojuego para PC Gabriel Knight 3: Blood of the Sacred, Blood of the Damned, producido por Sierra On-Line.
El videojuego para PC Broken Sword: La leyenda de los templarios, publicado por Virgin Interactive y Revolution Software.
Sergio Lechuga Quijada (2009). Calix. Planeta.
http://www.tu.tv/videos/enigmas-de-la-historia-el-santo-grial
LAS RELIQUIAS DE JESÚS
Después de estudiar el tema de la pasion, estudiaremos las reliquias de Jesús, que extendidas por todo el mundo, pueden o no ser ficticias , pero nos ayudan a acercarnos a la figura de Jesús, sin ser misterios de nuestra fe.
Cruz de Jesús realizado por Belén Vega Márquez y Andrea Orihuela García

La Vera Cruz o Santa Cruz es la cruz en la que se cree fue ejecutado Jesús de Nazaret; dentro del cristianismo se la considera una reliquia de primer orden.
Hacia el año 326 la emperatriz Elena de Constantinopla hizo demoler el templo de Venus que se encontraba en el Monte Calvario y excavar allí hasta que le llegaron noticias de que se había hallado la Vera Cruz durante un viaje a Jerusalén realizado con objeto de encontrar el Santo Sepulcro, que se hallaba perdido.
Según la Leyenda dorada de Santiago de la Vorágine, cuando la emperatriz —que entonces tenía ochenta años— llegó a Jerusalén, hizo someter a interrogatorio a los judíos más sabios del país para que confesaran cuanto supieran del lugar en el que Cristo había sido crucificado. Después de conseguir esta información, la llevaron hasta el supuesto monte de la calavera (el Gólgota), donde el emperador Adriano, 200 años antes, había mandado erigir un templo dedicado a la diosa Venus. Se cree que en realidad el monte Gólgota era una antigua cantera abandonada donde un macizo rocoso, poco útil para la construcción quedó sin utilizar y constituyó posteriormente el patíbulo donde colocaban las cruces los romanos. Esta cantera estaba fuera de la muralla , pero cercana a ella.
Santa Elena ordenó derribar el templo y excavar en aquel lugar, en donde según la leyenda encontró tres cruces: la de Jesús y la de los dos ladrones. Como era imposible saber cuál de las 3 cruces era la de Jesús, la leyenda cuenta que Elena hizo traer un hombre muerto, el cual, al entrar en contacto con la cruz de Jesucristo, la Vera Cruz, resucitó.
La emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el lugar del hallazgo un fastuoso templo, la llamada Basílica del Santo Sepulcro, en la que guardaron la reliquia.
Mucho después, en el año 614, el rey persa Cosroes II tomó Jerusalén y, tras la victoria, se llevó la Vera Cruz y la puso bajo los pies de su trono, como símbolo de su desprecio a la religión de los cristianos.
Tras quince años de luchas, el emperador bizantino Heraclio lo venció definitivamente en el año 628. Poco después, en una ceremonia celebrada el 14 de septiembre de ese año, la Vera Cruz regresó a Jerusalén, llevada en persona por el emperador a través de la ciudad. Desde entonces, ese día quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la Vera Cruz.
Hoy en día, hay trozos de la Vera Cruz en muchas iglesias del mundo, y muchas de ellas se cree que son falsas o que pertenecen a otra cruz y no a la cruz en la que Jesucristo murió.
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